En los campos de la Republica Argentina, las provincias de San Juan, Mendoza y Coronel Dorrego, provincia de Buenos Aires, el Olivo no es solo un cultivo: es una forma de vida. Con la cosecha 2025 ya en marcha, los productores argentinos miran al horizonte con optimismo, celebrando una temporada que promete aceites de calidad superior y mucho más que eso: sueños cumplidos y sabores que conquistan paladares locales e internacionales.

Un verde intenso que augura excelencia
La campaña arrancó temprano, el 6 de marzo en San Juan y el 7 de abril en Mendoza. Desde el primer golpe de sol, las perspectivas fueron inmejorables y OLINEWS dialogó en exclusiva con algunos de sus protagonistas para conocer las perspectivas, los desafíos y la pasión que impulsa a este sector clave de la agroindustria argentina.
Desde San Juan, Ángeles Salas, de la firma OLIOVITA compartió un panorama inicial optimista. «La campaña 2025 comenzó el 6 de marzo», detalla, y las primeras señales son muy alentadoras. Proyectan moler «más de 10 millones de kilos de aceitunas de excelente calidad para lograr el mejor aceite de oliva Argentino». Las condiciones climáticas recientes, señala, «vienen siendo muy favorables para el proceso de lipogénesis (acumulación de materia grasa), y los primeros indicadores muestran rendimientos industriales por encima de lo habitual para esta fecha». Este inicio sólido sienta las bases para cumplir con la demanda tanto del «mercado local como internacional». La diversidad de terreno se refleja también en la elección de variedades, cuentan con un extenso abanico que incluye «Changlot, Arbequina, Coratina, Picual, Koroneiki, Arbosana, Genovesa, Manzanilla y Hojiblanca».
Desde la provincia de San Juan, Eric Goldarb, de la firma VIRIDIAN, en la zona de Acequión, confirmó: «sí, ya estamos en plena cosecha. Comenzamos esta semana», buscando intencionalmente «un aceite un poco más verde para lograr un perfil más picante y con mayor concentración». Eric destaca la bondad de la zona donde se encuentran, mencionando que «el aspecto climático y agroecológico tampoco presenta problemas, gracias a la amplitud térmica» del lugar. Sin embargo, no todo es idílico; en una de sus fincas, en Viridian, menciona un desafío específico: «el único inconveniente que tenemos […] es la altura y la cantidad de metros que debemos bajar para obtener agua. Por lo demás, todo es fantástico». La cosecha es mecánica, producen y cosechan en la misma finca. Cuentan con; Arbequina, Coratina, Picual, Vernea y Changlot real.
Leonardo Moral, ingeniero, de la firma DE AUTOR, nos cuenta: San Juan es el principal productor del país en lo que respecta a la oliva, y lo que sucede acá impacta fuertemente en todo el país, ya que concentra más del 50% de la producción de aceite de oliva argentino. La provincia tiene una alta calidad exportable, lo cual es muy positivo y, por eso, año tras año siguen creciendo las inversiones. Esto se debe, entre otras cosas, a que la producción en la provincia es muy estable. Este año, nuevamente, San Juan presenta una buena producción. No es récord —porque el año pasado fue excepcional— pero es una cosecha normal, con un rendimiento de materia grasa muy alto. Además, la molienda comenzó temprano, lo que permitirá obtener una gran proporción de aceite virgen extra.
Algunas empresas ya están terminando la producción; en mi caso, por ejemplo, ya finalicé. En general, va a ser un año interesante: buena producción, calidad destacada, aunque no un récord. Los aceites virgen extra argentinos tendrán una muy buena calidad, gracias a que San Juan —siendo el mayor aportante— ha comenzado la cosecha con anticipación.
Esto dará como resultado aceites aromáticos, con un buen porcentaje de frutado, picante y amargo, características distintivas de nuestros aceites.
La complicación, sin embargo, es el precio a nivel mundial. España, que suele tener producciones récord, este año proyecta alcanzar los dos millones de toneladas, lo que generaría una baja en los precios del aceite a granel. Hasta ahora, eso no se ha reflejado en los precios de góndola, pero podría haber una tendencia a la baja en el mediano o largo plazo. A pesar de eso, hay una gran valoración del producto por parte del consumidor, lo que ha sostenido los precios en el mercado minorista.
Por su parte, Mariana Ecke, de ESTILO OLIVA, productora en Coronel Dorrego, Provincia de Buenos Aires, explica sus decisiones estratégicas al cultivar principalmente «arbequina, arbosana […] porque se adapta muy bien a la zona y al cultivo superintensivo». Mariana añade que «Hace 2 años probamos también con 20 has de Koroneiki que esta mostrando se adaptan también muy bien», y mantiene «unas has de coratina porque es un aceite de excelente calidad, y para hacer Blends. Aunque no se adapta tanto al superintensivo», reconociendo las particularidades de cada variedad y sistema de plantación.
Una vida entre olivos
Detrás de cada botella hay historias de coraje. Mariana y su familia apostaron en 2017 a diversificar su empresa agrícola ganadera, enamorados de las posibilidades que brindaba su tierra para el olivo. Hoy disfrutan ver sus aceites llegar directo a la mesa de los consumidores, sin intermediarios. “Trabajar en familia, lograr un producto excelente, y llegar derecho al consumidor, es lo que más disfrutamos”, aseguran.
Pero el camino no fue sencillo: desde aprender sobre olivicultura —un mundo nuevo para quienes venían de los cereales— hasta afrontar inversiones de largo plazo, el recorrido fue todo un desafío. «La olivicultura fue investigación, dedicación y mucha pasión», resumen.
Sueños que trascienden generaciones: El futuro se dibuja claro: seguir creciendo, llegar a más hogares argentinos y mantener la calidad como bandera. Y aunque las dificultades del mercado —como la competencia desleal de aceites de menor calidad del Mediterráneo y la presión impositiva local— son grandes, los sueños lo son aún más.
«El aceite de oliva para nosotros ya no es solo un producto: es una forma de vida», dicen. Una vida enraizada en la tierra, en el trabajo honesto, en la familia, y en cada gota dorada que lleva el esfuerzo de generaciones.
Para Fernando Casucci, de PATAGONIA GOURMET, en la provincia de Mendoza el 7 de abril comenzó oficialmente la molienda, y los primeros lotes ya apuntan a una excelente producción. Sin contratiempos graves en el clima, apenas un viento zonda leve y un granizo sin mayores consecuencias, los productores celebran una temporada con pérdidas insignificantes, menores al 3% La colocación de la producción, además, se abre paso con fuerza tanto en el mercado interno como en destinos estratégicos como Estados Unidos, Chile, Japón, Corea, China y Brasil. Un mapa de exportaciones que enorgullece, pero que también exige calidad superior y constancia. En los campos, las variedades Arbequina, Arauco, Frantoio y Picual dominan la escena. La cosecha es en su mayoría manual, manteniendo viva la tradición y asegurando el cuidado extremo de cada aceituna. Para complementar, también se adquieren olivas de cosechas mecanizadas, optimizando tiempos sin descuidar la excelencia.
Aunque la pasión y el esfuerzo sobran, los desafíos son grandes. La competencia desleal con aceites de menor calidad importados de España, Túnez y Marruecos —vendidos a precios imposibles de igualar— pone en jaque al productor local.
Aun así, en cada golpe de sol sobre las hojas plateadas, en cada gota de aceite que huele a tierra y esfuerzo, renace la convicción. La olivicultura en Mendoza no solo es un cultivo: es resistencia, es identidad, es el sueño de seguir escribiendo una historia auténticamente argentina.-
En cuanto a las técnicas de cosecha, la mecanización parece ser la norma entre los entrevistados con grandes volúmenes. Ángeles, de OLIOVITA, emplea «cosechadores New Holland para plantaciones super intensivas y cosechadoras Colossus para los marcos de plantación intensivo». Eric, de VIRIDIAN, también utiliza la «máquina Colossus» para su cosecha mecánica. Mariana, de ESTILO OLIVA, por su parte, confirma el uso de cosecha «mecánica» en su establecimiento, donde trabajan 6 personas en esta tarea y reportan un rendimiento promedio de «entre 5 y 7 kg» por árbol. Fernando, de PATAGONIA GOURMET , productor desde Mendoza, presenta un modelo mixto: «nosotros cultivamos con cosecha manual, compramos olivas con cosecha mecanizada», adaptándose a distintas fuentes de materia prima.
Una de las claves para obtener un aceite de oliva extra virgen de alta calidad es la rapidez en el procesamiento post-cosecha. Tanto Eric como Mariana destacan la importancia de tener la almazara (fábrica de aceite) en el mismo lugar o muy cerca del campo. Eric explica que «producimos y cosechamos en el mismo lugar, ya que contamos con nuestra propia fábrica en el campo. Esto nos permite procesar rápidamente, estresar menos la planta y mantener una acidez inferior a 0.3». Mariana coincide plenamente: «tenemos almazara propia» y el tiempo que pasa «entre la cosecha y la molienda» es «muy poco , se trae del campo a la almazara en el momento de cosecha ( 1 hora)». Utilizan prensado en frío, separando por centrifugación con una máquina Amenduni. El aceite se almacena en tanques de acero inoxidable antes de embotellar, garantizando su conservación.
La calidad es un factor recurrente en las conversaciones. Mariana destaca que la acidez de sus aceites es «menor a 0.3, de calidad reconocida en concursos», y solo producen «extra virgen». Eric también apunta a una acidez inferior a 0.3. Este enfoque en la máxima calidad les permite diferenciarse en el mercado.
Sin embargo, el panorama se complica al hablar de la comercialización y los desafíos que enfrentan. Fernando es particularmente enfático al señalar las dificultades macroeconómicas. Aunque su cosecha es «buena» y tienen colocación tanto en el «mercado interno y externo (USA, Chile, Japón, Corea, China, Brasil)»
Mariana, quien vende su aceite «ESTILO OLIVA» localmente (local propio, distribución zonal y online) apuntando a «un público que busque calidad», coincide en que el principal desafío es «mantener siempre la misma calidad y la fidelidad con el cliente», una tarea ardua en un mercado volátil. Ella no exporta, vendiendo «solo localmente», y percibe que «la gente se interesa por las producciones más personalizadas, le interesa el origen de los productos», lo que valida su enfoque en la trazabilidad («somos productores, tenemos la trazabilidad de todos nuestros aceites»).
Fernando también apunta a problemas estructurales para el crecimiento. La falta de «plantines de olivos en los viveros, en cantidad» dificulta nuevas plantaciones, y los créditos disponibles presentan condiciones poco realistas para un cultivo de largo plazo: «los créditos a tasas subsidiadas para PyMES tienen solo 6 meses o 1 año de gracia, o sea que hay que empezar a devolver el crédito 4 o 5 años antes de entrar en producción, cosa de locos, solo en Argentina «, se lamenta.

En resumen, la cosecha 2025 de aceite de oliva extra virgen se presenta con la promesa de una excelente calidad, impulsada por condiciones climáticas favorables y la dedicación de productores que, como Ángeles Salas, de OLIOVITA, y Eric Goldarb, de VIRIDIAN, buscan obtener el mejor perfil desde el inicio de la molienda. Productores como Mariana Ecke de ESTILO OLIVA y Fernando Casucci de PATAGONIA GOURMET, demuestran la pasión por la calidad y la conexión directa con el consumidor, y Leonardo Moral, de la firma DE AUTOR , augura una buena producción, con calidad destacada . Sin embargo, el sector no está exento de dificultades significativas, que van desde problemas específicos de infraestructura hídrica, como menciona Eric, hasta los enormes desafíos macroeconómicos, fiscales y de competencia desleal que subraya Fernando. A pesar de los obstáculos, la olivicultura argentina, representada por estas voces, sigue adelante, buscando consolidar su lugar en las mesas argentinas y, para algunos, en el mercado mundial, aferrada a la calidad como bandera ya la actividad como una verdadera forma de vida.
Mayda De Luca